Ser claretiano es un modo concreto de ser hombre, cristiano, consagrado y apóstol.
Nuestra Congregación está formada por claretianos Hermanos y claretianos Padres. Todos hemos sentido la misma llamada de Dios a:
- Ser discípulos y seguidores de Jesucristo
- Vivir los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia
- Vivir en la misma comunidad de vida con Jesucristo y con otros hermanos
- Y ser enviados a anunciar a todo el mundo la Buena Nueva del Reino.
Así asumimos el itinerario espiritual y la preocupación fundamental de san Antonio Ma. Claret que era edificar la Iglesia a través del ministerio de la Palabra desde el ministerio ordenado (como Sacerdotes o Diáconos) o desde la dimensión laical (como Misioneros Hermanos). Todos compartimos un mismo proyecto de vida y misión.
Un Misionero Diácono o Presbítero:
- Es un hombre llamado por Dios y agraciado con el carisma claretiano para ser consagrado como misionero por la Profesión Religiosa.
- Tras su formación filosófica y teológica, es llamado al ministerio ordenado como Diácono Permanente o como Presbítero.
- Comparte el único proyecto misionero mediante sus funciones ministeriales, en comunidad de vida con otros Padres y Hermanos.
- Ordena su vida como misionero al servicio de la Palabra, a la celebración de los sacramentos y al empeño por suscitar nuevos evangelizadores en una estructura pastoral de la Congregación.
Un Misionero Hermano:
- Es un hombre llamado por Dios, agraciado con el carisma claretiano para ser consagrado como misionero por la Profesión religiosa.
- Ha recibido una sólida formación teológica junto a una adecuada formación profesional orientada siempre hacia la misión de la Congregación.
- Comparte el único proyecto misionero mediante las funciones laicales en comunidad de vida con otros Padres y Hermanos.
- Se dedica a la obra evangelizadora como laico consagrado en diversas actividades apostólicas (educativas, catequéticas, administrativas, sociales y otras) o en tareas de orden comunitario interno.